lunes, 28 de julio de 2008

martes, 8 de julio de 2008

El arpegio y el riff abrevan del tacto rasgado, el corazón de la memoria

Aunque escogí pocas canciones surgidas en un lapso de casi dos décadas, en realidad no fue difícil decidir cuales debían registrarse. Después de algunos viajes del corazón en el carrusel de la memoria, donde se agolpan luces y penumbras, ruidos y armonías, sonidos y silencios, vivos y muertos, apareció desenrollada la lista de cánticos que resultaban primordiales, por ser primordiales los motivos que los originaron.
La ejecución parece ser la parte contemporánea en una canción, ya que la fricción de los dedos y la percusión de la fuerza corporal son necesariamente los actos inmediatos, el presente exacto, en el rito que es esta breve función narrativa-musical.
El registro en el estudio tiene entonces el reto de capturar conjugados tanto el acto físico y técnico, como el abismo memorial. Y disponerse para ser registrado, requiere hacer como que se odia lo que se odiaba, pretender amar lo que se amaba, evocar las sensaciones, rememorar lo olvidado, fingir el olvido de lo persistente.